Se acaba la aventura. De momento. Nos vamos con pena, pero con muy buen sabor de boca (mmm... así, como de salmón ahumado) y con la bonita sensación de saber que esto no ha hecho más que empezar. Como regalo de despedida, nuestra casera nos ha dejado el coche para recorrer los 15km de carretera, de punta a punta. Alerta roja. ¿¿Podríamos al fin encontrarnos con el hermano oso?? A la salida del pueblo, advertencia que te casquete polar.
Nervios, intriga, dolor de barriga. Cada mota de nieve en la montaña podía despistarnos. ¿Se mueve? El rugir del motor batallando contra el frío daba lugar a la confusión. ¿Se trataba de un gruñido voraz? Y, al fin, allá estaba. No perdía detalle. Desafiante. Enorme. Nuestras miradas se cruzaron. Éramos simples pedazos de carne...
...tomando un café en la cafetería del pueblo. Y él era una simple fotografía colgada en la pared. Pero bueno, la emoción fue la misma. “Nos veremos en la próxima visita” – le dijimos.
Y ya que el oso no ha sabido comportarse como un buen anfitrión, los habitantes de Longyearbyen, muy majos y considerados ellos, nos han preparado una fiesta de despedida. La han llamado Oktober Beer Festival y se han disfrazado para nosotros. Hemos bebido. Hemos cantado. Y este cuento se ha acabado.
Por cierto, mañana viernes 25 nos despediremos en directo desde Svalbard antes de subir al avión. El acontecimiento tendrá lugar de 12:00 a 12:05 de la mañana en la cámara de esta dirección: www.unis.no (abajo a la derecha, donde pone "webcamera"; tenéis que ir actualizando la imagen porque hace fotografías cada dos segundos).
La polaris crew, al unísono, gritaremos: GORA/VISCA CASQUETE POLAR!!